La migración es histórica, nos ha acompañado toda la vida. Sin embargo, existen diferencias entre la migración de las mujeres y la de los hombres, que van desde los motivos para migrar hasta sus procesos migratorios y sus retos y necesidades en los países de origen, tránsito y destino. El género y los sistemas de opresión marcan la diferencia y hay que hacerlo visible.
Las mujeres siempre han estado vinculadas a la migración, ya sea a través de la migración de sus familiares o como migrantes. Datos de Naciones Unidas y la Organización Internacional para las Migraciones señalan que las mujeres han sido entre el 48 y 50 por ciento de las personas migrantes en el mundo desde hace más de siete décadas; en América Latina son el 51 por ciento.
En México, representan entre el 25 y 30 por ciento en los eventos de detención desde 2007. Como solicitantes de asilo son el 50 por ciento a nivel mundial y en México, entre 35 y 40 por ciento desde hace una década. Esto nos demuestra cómo han sido y son parte de la migración en sus diferentes procesos (origen, tránsito, destino y retorno).
Conocer cómo era su participación, cuáles sus necesidades, qué respuestas brindaban las instituciones y cómo eran abordadas en los medios de comunicación fueron parte de las preguntas que llevaron a plantear la existencia de una organización que tuviera en el centro de su trabajo a las mujeres, las niñas y las adolescentes migrantes en México. En 2010, en el país, ya existían muchas organizaciones de la sociedad civil que trabajaban (y trabajan) el tema migratorio, pero no se exploraba desde una perspectiva de género. Ese año se fundó el Instituto para las Mujeres en la Migración, AC (IMUMI).
IMUMI centra su trabajo en tres ejes (la unidad familiar, la no violencia y el acceso a la identidad) a través de la defensa y promoción de los derechos de las mujeres en la migración y el derecho de las mujeres migrantes a desarrollar sus vidas en los lugares donde se sientan seguras.
IMUMI ha acompañado casos emblemáticos sobre el acceso a la justicia para las mujeres migrantes como el caso de Victoria (una mujer salvadoreña reconocida como refugiada en México y asesinada por policías municipales en Tulum, Quintana Roo) o el caso de la niña guatemalteca que murió en la estación migratoria de la Ciudad de México por negligencia médica al interior de ese centro de detención.
En este último caso se logró el reconocimiento de los familiares de la niña como víctimas y una reparación a través de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas. Sin embargo, no se ha podido llegar a la justicia a través de los procesos penales.
La organización también ha visibilizado la discriminación y el racismo que impera en las revisiones migratorias, ilustrado en el caso de tres hermanas tseltales de Chiapas que salieron a trabajar a Sonora como jornaleras agrícolas temporales y fueron detenidas por agentes de migración en Querétaro porque “no parecían mexicanas”. Las detuvieron por una semana y las querían obligar a firmar documentos donde aceptaban ser de Guatemala y así deportarlas.
En mayo de 2022, y después de 7 años de litigio, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió como inconstitucionales las revisiones migratorias por ser una medida basada en perfilamientos raciales. Aún está pendiente la derogación de los artículos 97 y 98 de la Ley de Migración.
En 2015, junto con organizaciones aliadas, logró reformas a las normas de control escolar para eliminar las barreras para la inscripción a la escuela de niñas, niños y adolescentes, sin importar los documentos que tienen, su nacionalidad o situación migratoria. Dichas reformas que se transformarían en un cambio en la Ley General de Educación en 2017.
Ha hechos visible la separación familiar de madres y padres deportados de Estados Unidos, así como la necesidad de revisar las solicitudes de asilo desde un enfoque de género; y la incidencia para la no detención de la niñez y la adolescencia migrante y sus familias. Estos son solo algunos de los temas y trabajo que desde el IMUMI se realizan, siempre buscando que las mujeres y sus familias cuenten con información que les permitan tomar las mejores decisiones.
En 13 años ha publicado más de 200 documentos sobre la participación de las mujeres en la migración; atendido a más de 2 mil mujeres y sus familias; incidido en cambios en políticas públicas en materia de educación, identidad y revisiones migratorias; capacitado a más de 500 periodistas y redes de periodistas de México; y visibilizado las especificidades de la participación de las mujeres en la migración. Su sostenibilidad es a través de proyectos con agencias internacionales y donaciones individuales (monetarias, de tiempo y en especie). IMUMI es donataria autorizada y sus servicios son gratuitos.
Los retos aún son muchos, desde políticas y programas públicos sobre migración con perspectiva de género, garantizar una vida libre de violencias, acceso a la salud sexual, reproductiva y mental, no detención migratoria, acceso a la justicia y reparación del daño, y visibilizar a las mujeres en la migración en los medios de comunicación como agentes activas de su migración y no como acompañantes de la migración de terceros, alejadas de imágenes que reproducen los estereotipos de género, el rechazo y la discriminación hacia ellas y sus familias.
Por lo que seguiremos trabajando para educar y sensibilizar a la clase política, la academia, y los medios de comunicación sobre los derechos y las necesidades de las mujeres en la migración. Porque hacer visibles a las mujeres es hacer visibles a más de la mitad de la población, y a la mitad de las personas migrantes y solicitantes de asilo en el mundo.