Ciudad de México.- El día de hoy se dio a conocer que la defensora amuzga, Kenia Inés Hernández Montalván, inició una huelga de hambre en el Centro Penitenciario y de Reinserción Social Neza-Sur para exigir a las autoridades penitenciarias respeten su derecho humanitario de ser trasladada al funeral de su madre Inés Montalván quien falleció el día de ayer.
En punto de las 9:30 de la noche del 7 de septiembre dio inicio esta protesta de la defensora y de forma solidaria dos de sus compañeras se sumaron a su huelga y paulatinamente se prevé que se sumen más internas en apoyo de la defensora quien ha solicitado formalmente ante Juez de Ejecución su legítimo derecho a estar presente en los rituales mortuorios. A esta exigencia, se han sumado otras organizaciones de defensoras como la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México.
Cabe señalar que el Capítulo IV de Permisos Humanitarios de la Ley Nacional de Ejecución Penal considera permisos extraordinarios de salida de prisión por razones humanitarias, donde señalan que «la persona privada de su libertad, podrá solicitar al Juez de Ejecución un permiso extraordinario de salida cuando se justifique por enfermedad terminal, fallecimiento de un pariente consanguíneo en línea ascendiente o descendiente de primer grado, cónyuge, concubina o concubinario, o socioconviviente».
Además, considera que la temporalidad debe ser determinada por el Juez de Ejecución, quién deberá atender a los méritos y racionalidad de la propia solicitud, y en ningún caso podrá exceder de veinticuatro horas contadas a partir del arribo al lugar para el cual fue concedido el permiso.
También esta misma ley otorga a las personas en reclusión el derecho a «recibir un trato digno del personal penitenciario sin diferencias fundadas en prejuicios por razón de género, origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidades, condición social, posición económica, condiciones de salud, religión, opiniones, preferencias sexuales o identidad de género, estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana».
¿Quién es Kenia Hernández?
Kenia Inés Hernández Montalván, originaria de Xochistlahuaca, Guerrero, ha dedicado su vida a la defensa de los derechos humanos, especialmente de las mujeres en los pueblos indígenas. Fue dirigente del Colectivo Libertario Zapata Vive y del Movimiento Nacional por la Libertad de los Presos Políticos, además de ser beneficiaria del Mecanismo Federal de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, pues desde febrero de 2019, Kenia y los miembros de su colectivo comenzaron a ser objeto de amenazas y hostigamiento judicial.
En junio de 2020, mientras llevaba a cabo una protesta por la liberación de presos, integrantes del Movimiento Nacional por la Libertad de los Presos Políticos, Kenia en compañía de tres defensores más fueron detenidos en la carretera Toluca-Valle de Bravo, ubicada en el estado de México. Transcurrieron cinco días en los que estuvo en prisión preventiva dentro del Centro Penitenciario «Sergio García Ramírez» en Ecatepec y después fue liberada, pero permaneció bajo vigilancia de las autoridades.
Sin embargo, cuatro meses después, el 18 de octubre de 2020, alrededor de 22 elementos de la policía detuvieron a Kenia en la caseta de Amozoc, Puebla. Este hecho se dio sin que le hicieran saber el motivo de su detención y además lo hicieron sin una orden judicial.
Posteriormente, se le comunicó a sus familiares que Kenia se encontraba en el Centro de Readaptación Social de Santiaguito, en Almoloya de Juárez. La acusaron de ataques a las vías de comunicación contra Caminos y Puentes Federales (CAPUFE). Ahora enfrenta una condena de 21 años y 9 meses de prisión como resultado de dos sentencias por delitos fabricados: robo con violencia y el uso de un arma.
Hay que señalar que el Censo Nacional de Sistema Penitenciario Federal y Estatales (CNSIPEE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), indican que en el país hay 13 mil 985 mujeres privadas de su libertad de las 236 mil 773 personas que están internadas en los centros penitenciarios y al menos el 13.9% de ellas se consideraban hablantes de alguna lengua indígena.
Cuando Kenia estuvo en el Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) No 16 de Morelos, la cárcel de máxima seguridad para mujeres en México, había 16 mujeres indígenas privadas de la libertad de las cuales al menos 11 eran inocentes. Ahora que se encuentra en el Centro Penitenciario y de Reinserción Social Neza-Sur con ella suman 15 mujeres indígenas en el penal y afirma que 9 son inocentes. Una de ellas quien tiene 61 años cumple una sentencia de 60 años que probablemente no llegará a terminar, por lo que ambas experiencias muestran una tendencia en la criminalización de este sector.
Dentro de su estancia en el Cefereso 16 de Morelos, la defensora amuzga también documentó la situación de tortura y aislamiento que vivían las mujeres en reclusión de ese lugar y su voz ha sido clave en la denuncia de esta situación.
La lucha de Hernández no ha cesado, pues ha visibilizado la situación a la que se enfrentan las mujeres indígenas y su situación en reclusión no la ha excluido de seguir haciéndolo. Durante su estancia en prisión, por ejemplo, cuando fue trasladada al Cefereso 16, entre el 25 de octubre del 2020 hasta el 25 de enero del 2024, logró instalar un pabellón de las mujeres indígenas tras insistirle a la directora por tres años.
Tras este triunfo, se pudo instaurar un espacio de convivencia en donde se les permite a las mujeres indígenas vivir juntas, cocinar, compartir sus saberes ancestrales e incluso sembrar la tierra con calabazas, ejotes y rábano. Según los reportes que recibe Kenia, el pabellón es uno de los sitios del penal exentos de suicidios de mujere
En el penal Neza, en el que se encuentra actualmente, pese a que no hay tierra para sembrar, se ha dedicado a atender una cooperativa de 26 mujeres que se apoyan mutuamente y en donde Kenia les enseña a ser resilientes para hacer frente ante las injusticias del sistema. Asimismo, trabajan haciendo obras de artesanía y comparten sus conocimientos que funcionan como terapia ocupacional provocando incluso que, algunas de ellas, dejen las adicciones al tabaco, drogas y medicamentos.