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Trabajadoras del hogar no son «apoyo»: ofrecen un servicio que debe reconocerse

Por La Redacción
CIMACFoto: César Martínez López

Desde pequeñas nos enseñaron que los deberes del hogar son propios de mujeres y niñas y que saber hacerlos es parte fundamental de nuestras vidas. Nos dijeron muchas veces que como mujeres debemos saber asear la casa, cocinar y educar a los niños como una habilidad nata. De igual forma, culturalmente se nos hizo creer que la “señora Carmen” apoya con los quehaceres de nuestra casa y que le hacemos un favor cuando plancha, barre, lava nuestra ropa, escombra la mesa, atiende al abuelo y limpia el patio.  

Lo que se olvida es que la “señora Carmen” es una trabajadora del hogar y que lo que hace no es un apoyo sino un servicio que nosotros solicitamos. Se trata del trabajo doméstico y los hay remunerados en muy malas condiciones y no remunerados, que es el que todos los días hacen mayoritariamente las mujeres de nuestros hogares. Una historia que nos ha acompañado durante décadas y que poco a poco debemos cambiar como sociedad.

Por esta razón se han creado diferentes fechas como el 22 de julio, Día Internacional del Trabajo Doméstico, y el 30 de marzo, Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar. La intención es resignificar y reconocer esta labor al interior de los hogares y sus aportaciones económicas y sociales a los países, así como la desigualdad en el ámbito de los cuidados debido a la subvaloración que recae en los hombros de mujeres y niñas alrededor del mundo.

El trabajo doméstico sostiene a la sociedad independientemente si es remunerado o no, por eso ésta fecha ayuda a visibilizar al trabajo doméstico porque ambos contribuyen a la economía de un país.

Norma Palacios, trabajadora del hogar

En México, las mujeres dedican 24.5 horas a la semana más que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados. Mientras tanto, en el trabajo doméstico remunerado las estadísticas no son diferentes, a las que se suma la falta de derechos laborales y de condiciones dignas de trabajo.

En América Latina hay más de 14 millones de mujeres que trabajan remuneradamente para una familia. Sin embargo, esta ocupación es considerada uno de los empleos de peor calidad por sus extensas jornadas laborales, bajas remuneraciones, escasa cobertura de seguridad social y alto nivel de incumplimiento de las normas laborales, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE 2019), en México hay 2.5 millones de personas de 15 años y más ocupadas en el trabajo doméstico remunerado, de las cuales el 96.7 por ciento de ellas lo hace de manera informal.

De igual forma, la encuesta señala que el trabajo doméstico es una ocupación tradicionalmente femenina: 2.2 millones de mujeres de 15 años y más ocupan el 87 por ciento de los puestos de trabajo. De ellas, el 47 por ciento cuenta con hasta un salario mínimo.

En México, el trabajo doméstico remunerado genera un monto equivalente al 27.6 por ciento del PIB, al igual que es una pieza fundamental para el desarrollo social del país. Por lo que se vuelve necesario crear políticas públicas que garanticen una mejora en los derechos de las trabajadoras y trabajadores del hogar.

CIMACFoto: César Martínez López

¿Qué han conseguido las trabajadoras del hogar?

En junio del 2011 México adoptó el Convenio sobre el trabajo decente para las y los trabajadores del hogar convocado por la OIT. Con él se reconocen las condiciones específicas en que se realiza el trabajo del hogar, así como la urgencia de garantizar a quienes lo desempeñen condiciones de trabajo dignas.

Más adelante, en 2019 se modificó la Ley Federal del Trabajo en su capítulo XIII, Personas trabajadoras del hogar, en donde se establecen sus derechos y las obligaciones de las personas empleadoras para garantizarles un trabajo digno otorgándoles un contrato laboral estable y prestaciones de ley como en cualquier trabajo, entre otros beneficios.

Ocho años después de su firma, el Senado ratificó el Convenio 189 de la OIT, el cual obliga al Estado mexicano a cumplir con lo señalado en dicho Convenio Internacional a favor de los derechos de las personas trabajadoras del hogar. Esta ratificación constituye un hito histórico en México, pues apoya una serie de medidas que han sido tomadas en el país en los últimos años para reconocer y visibilizar el trabajo doméstico.

Una de estas medidas es la reciente reforma a la Ley de Seguro Social, la cual hace obligatorio que las y los empleadores de las personas trabajadoras del hogar den de alta a sus empleados en dicho seguro. También hace obligatorio que les otorguen prestaciones como en cualquier otro trabajo.

Otro de los grandes avances es la creación hace siete años del Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar (SINACTRAHO), el cual busca la organización, capacitación y formación de las y los trabajadores para exigir mejores condiciones laborales.

Norma Palacios, trabajadora del hogar por 27 años y hoy secretaria colegiada del SINACTRAHO, mencionó que los avances en las legislaciones han sido importantes. “El principal es el hecho que hoy tengamos un sindicato. Que como trabajadoras del hogar, que no veíamos claridad en este tipo de derechos, hoy podamos organizarnos a través de un sindicato: la mejor manera para para defender nuestros derechos y tener esa voz, esa representación ante las instancias del gobierno, los empleadores y nuestras propias compañeras del trabo del hogar”, mencionó.

Las trabajadoras del hogar organizadas mencionaron en entrevista para el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) que otro de los logros más significativos y dignificantes fue que en la Ley Federal del Trabajo se estableció un nombre digno como lo es personas trabajadoras del hogar con la intención de terminar con la discriminación, violación de derechos y clasismo.

Todavía hay retos por resolver

Una de las grandes problemáticas a las que se enfrentan las y los trabajadores del hogar es la falta de prestaciones laborales que les garanticen una vida digna. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), se estima que el 73.8 por ciento de las personas que realizan trabajo doméstico no cuentan con dichos derechos, situación más presente en las mujeres con un estimado del 75 por ciento. Únicamente 2.1 por ciento de las mujeres que realizan labores domésticas de forma remunerada cuentan con acceso a servicios de salud como prestación laboral.

Las secretarias colegiadas del SINACTRAHO señalan que, a partir de estas políticas públicas, es necesario llenar lo vacíos legales. María de la Luz Prado, secretaria colegiada del SINACTRAHO, hizo hincapié en la necesidad de que las leyes tanto nacionales como internacionales se vuelvan una realidad para el sector, “porque sí, ya están escritas y señaladas, pero desafortunadamente en la práctica siguen existiendo violaciones a nuestros derechos”, mencionó.

De igual forma, refirieron que algo muy importante para seguir avanzando es implementar los mecanismos de inspección en las casas para observar las condiciones en las que laboran, así como las sanciones para los empleadores que no cumplan con el contrato.

Por otro lado, también es necesario establecer mecanismos para la prevención y erradicación de la violencia que pueden experimentar dentro de sus centros de trabajo, pues al ser espacios privados es más difícil detectar y comprobar dichos acontecimientos.  

Es primordial un trabajo colectivo entre el gobierno federal, el sector privado y la sociedad para reconocer que el trabado doméstico es fundamental en nuestra vida diaria y que éste, a su vez, contribuye a la economía del país, por lo que son necesarios tres elementos: dignidad, justicia y derechos.

Cuando el trabajo doméstico remunerado sea reconocido, el no remunerado encontrará otro camino en donde la igualdad y la corresponsabilidad sean una realidad.

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