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Mujeres mexiquenses en el 8M, exigen alto a feminicidios y desaparición de mujeres

Por Olga Laura Ochoa

Municipio de Nezahualcóyotl, estado de México.- Faltan diez minutos para las 10 de la mañana, justo la hora convocada por la colectiva ´Nos Queremos Vivas Neza´ y otras asociaciones mexiquenses para comenzar los preparativos, el objetivo, caminar en una marcha pacífica, pero de lucha y resistencia, rumbo a la Fiscalía General de Justicia del Municipio de Nezahualcóyotl, ubicada en el estado de México.

El miedo cambió de bando, afirman en sus consignas las mujeres, a ellas les sobra coraje para seguir luchando en la obtención de justicia, no descansarán, no pueden descansar. No al menos, mientras en sus recuerdos y corazones lata vivo el amoroso recuerdo por sus familiares, amigas y hermanas que se han ido de forma violenta. No descansarán, y es que, ¿cómo podrían seguir adelante y saber que los culpables no obtienen el debido castigo, o que, afrontan la consecuencia de sus actos?

Datos de la violencia

Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad (SESNSP), a nivel nacional se registraron 848 casos de mujeres víctimas de feminicidio, solo en el 2023, con un acumulado es de 4 mil 892 casos de feminicidio y 13 mil 811 homicidios dolosos contra mujeres, en lo que va del presente sexenio.

De acuerdo con cifras de organismos no gubernamentales, en México son asesinadas 12 mujeres cada 24 horas. Un dato alarmante es la manera cómo la ola de violencia está afectando cada vez más a mujeres. Del total de personas desaparecidas en el país, 26 mil 952 son mujeres.   

Estas desapariciones ocurren en un contexto de violencia extrema e inseguridad intrínsecamente relacionada con la reproducción de una cultura patriarcal y machista; el aumento de la presencia y control territorial del crimen organizado a lo largo del país; y un contexto de impunidad y respuesta ineficaz por parte de las autoridades a los delitos cometidos contra mujeres.

Espíritu de grupo

Otra participante en la conmemoración del 8M, relata, “somos siete colectivas feministas que pertenecemos a la red de asociaciones que busca eliminar la violencia en contra de las mujeres.

Prosigue, “hoy venimos a marchar de forma pacífica y acompañadas de los familiares de las víctimas, en compañía de las infancias, para levantar la voz. Para que exista justicia para todas las mujeres víctimas de feminicidio, de violencia vicaria, de desaparición, de violaciones y de violencia de género”.

Los temas más fuertes en cuanto a violencia de género aquí en el estado de México, se refieren a los feminicidios y a las desapariciones, de diciembre para acá, hay muchas adolescentes desaparecidas; también hay gente adulta, pero sobre todo jovencitas desaparecidas”, reflexiona la activista.

Más allá, sentadas en una jardinera, se encuentran dos hermanas jóvenes de apenas 20 y 23 años cumplidos, las cuales comparten su sentir y la causa por la que asisten a la marcha, dice una de ellas, “yo vengo por todo el coraje que traigo, por el hecho de que las personas se enojan más de que nos manifestamos, al hecho, de que ellas están desaparecidas. No les importa, el simple hecho de pedir justicia está mal visto”

Por otra parte, su hermana, comparte, “yo quiero marchar porque no quiero llegar un día y que no estén mis hermanas. Hoy vengo por ellas y por todas”, dice visiblemente conmocionada, con la voz quebrada y los ojos humedecidos.

Siguiendo con los preparativos para realizar el evento conmemorativo en el marco del 8M, una de las mujeres activistas que se encuentra en una pequeña explanada debajo del monumento al coyote, una escultura de color rojo de gran dimensión realizada por el escultor Sebastián.

Platica: “estamos esperando a las compañeras para la salida del 8M, estamos integradas varias colectivas, yo vengo de la colectiva ´Vivas en la memoria´, la intención es manifestarnos afuera de la fiscalía para pedir que los casos se lleven con el debido proceso, van a manifestarse sobre todo las familias acompañadas por el contingente”.

Mientras tanto, se observa, que otras mujeres se van preparando disponiendo en el suelo diferentes implementos, como flores, semillas, sahumerio e instrumentos para reproducir sonidos prehispánicos, pancartas con las fotos y nombres de las mujeres desaparecidas, además de cruces pintadas de color rosa con los nombres de otras, cuya muerte violenta, las arrebató de sus familiares. 

La mujer a cargo de llevar la ceremonia, relata, “Yo vengo del municipio De Los Reyes La Paz, pertenezco a la colectiva ´Red de mujeres de oriente´ que lucha para poner un freno a tanta violencia; vamos a poner un Tlalmanalli, una ofrenda a la madre tierra para saludar y pedir permiso a los cuatro rumbos y al corazón del cielo, que fluya la energía y que nos proteja para poder marchar en paz, en armonía”.

De acuerdo, a estudiosas de los rituales sagrados ancestrales prehispánicos, el Tlalmanalli es una ofrenda en el piso que tiene la función de celebrar la conexión con el cielo y la tierra, esa conectividad cósmica sagrada.

Dicen las presentes: “es una ofrenda a la madre tierra para permitirnos entrar un circulo sagrado y potenciar la sabiduría de nuestras ancestras. Los principales elementos usados en un altar son las flores, frutas y semillas. Además, en cada ceremonia se recibe danza, se hacen rezos, se hace trabajo, se hace respeto y se humea con copal”.

Estado de incertidumbre

El gobierno mexiquense lleva dos alertas de violencia de género en contra de las mujeres, siendo este, un mecanismo de acción gubernamental de emergencia que tiene como fin enfrentar y erradicar la violencia feminicida.

El 31 de julio de 2015, el Sistema Nacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres decidió declarar la Alerta de Género para 11 de los 125 municipios del Estado de México: Chalco, Chimalhuacán, Cuautitlán Izcalli, Ecatepec, Ixtapaluca, Naucalpan de Juárez, Nezahualcóyotl, Tlalnepantla de Baz, Toluca, Tultitlán y Valle de Chalco.

Ya, para el 2 de octubre del 2019 la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, emitió una segunda Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres en el estado de México, ahora por la desaparición de niñas, adolescentes y mujeres en siete municipios: Chimalhuacán, Cuautitlán, Ecatepec, Ixtapaluca, Nezahualcóyotl, Toluca y Valle de Chalco.

En el estado de México, la violencia contra las mujeres, es uno de los principales problemas que afectan a la sociedad mexiquense: 54 de cada 100 mujeres son víctimas de algún tipo de violencia infligida por su pareja (ENDIREH, 2006), sostiene en su página oficial y actualizada la Secretaría de las Mujeres del Gobierno del Estado de México.

Para seguir sumando cifras a un ambiente violento, hay más datos aunque estos derivan de la sociedad civil organizada, en cuanto a la violencia que se ejerce en contra de las infancias, la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), documenta los delitos contra niñas, niños y adolescentes en México, durante el mes de enero del 2024.

Refiere, tan solo durante enero del 2024, se han reportado 2 mil 759 delitos contra la niñez, de acuerdo con cifras de incidencia delictiva del fuero común del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

Además, la REDIM sustenta que en el primer mes del año se han registrado 6 feminicidios de niñas. También, durante enero, 73 menores de edad han sido víctimas de homicidio doloso a nivel nacional. Las entidades federativas que han observado más delitos en contra de las infancias, son el estado de México, Nuevo León y la ciudad de México

En el mismo periodo, las entidades en las que se han registrado feminicidios contra niñas y adolescentes han sido Veracruz, Aguascalientes, Chiapas, estado de México y Sonora, mientras que los homicidios dolosos de niñas, niños y adolescentes han sido más observados en Guanajuato, Chihuahua y Jalisco.

Lucha vibrante

La lucha de las mujeres es por la vida, por vivir el mundo sin sometimiento; para florecer libres es necesario contrarrestar sus fuerzas negativas con acciones contundentes; no estamos en lucha en el sentido romántico sino en el sentido real. Ometéotl”, la frase compone una parte del ritual del Tlalmanalli en la que se levantan las manos hacia el sol y se va girando en ofrenda a los cuatro puntos cardinales; dicen que se gira hacia la izquierda porque de esa forma gira el universo, según la cosmogonía indígena ancestral.

Toda vez que concluyó el ritual, por los altavoces se dio la indicación de recoger la ofrenda y repartirla ente las presentes. Para dejar limpio el lugar que ocuparon y disponerse a iniciar el camino que las llevaría en, primera instancia, frente al Palacio de Gobierno; la ruta de la marea morada y verde, acompasada por cánticos que bien podrían considerarse las voces de lucha y así dio inicio el recorrido.

La primera fase de la marcha, salió del monumento al coyote de Neza, tomando la avenida López Mateos, todo fluyó sin contratiempos, debido a la mirada atenta de la policía que iba realizando los cortes necesarios al flujo vehicular para que las manifestantes, pudieran dar rienda suelta a los cánticos que les dan fuerza para seguir y que, en sus palabras, ´las acuerpan´, tomando un sentido de grupo que cobija sororamente a cada una de las compañeras, es una visión de grupo, una expresión de solidaridad. Acuerpar.

Si bien en números totales, no habrán sido más de doscientas personas que acompañaron a la marcha, sí lo era en sentido de grupo, en la marcha, iban muchas mujeres jóvenes, mamás con sus hijas e hijos, una compañera más iba en silla de ruedas; era un contingente que aunque no era grande en números, si lo era en energía y vibrante que exigía justicia a cada paso.

A lo largo del recorrido se podían escuchar consignas, como: “¡Alerta! ¡Alerta! Alerta que camina la lucha feminista por América Latina. Y tiemblen, y tiemblen y tiemblen los machistas que América Latina será toda feminista”.

¡Señor! ¡Señora! No sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente”, “¡Mujer! ¡Escucha! Esta es tu lucha”, “¡Me cuidan mis amigas, no la policía!” y “¡Ni una más! ¡Ni una más! ¡Ni una asesinada más!”, eran las frases y cánticos que acompasados algunos, y otros más recitados con vibrato alto, acompañaban a la marcha.

Mientras la energía de las participantes iba en aumento y brincaban, hacían escuchar sus voces, se sentían orgullosas de ser valientes y salir a exponer una dolorosa realidad, que también tiene que ser contada, para evitar que se repita. Voltear la vista hacia otro lado, no es opción, sabedoras de que si no luchan hoy por las que ya no están, estarán expuestas a que la misma violencia que se llevó a sus hermanas.

Fluía una marea de emociones, posar la vista sobre cada una de los planteamientos y sentires de las participantes de la marcha que en cartulinas y mantas posicionaban mensajes de amorosos recuerdos, resultaba aleccionador.

Vivas en la memoria” ¿Quién cuida a las que sí están? “Y aunque quieran quitartes la voz, yo pegaré un grito al cielo” “Soy mamá de una ingeniera y, la quiero ver en un avión, no en un panteón”, “No están perdidas son desaparecidas”.

Yo sí estoy peleando como niña”, decía en tono irónico la cartulina que portaba una niña de tan solo 8 años, quien asistió a la marcha por iniciativa propia, claro, en compañía de una adulta.

A lo largo del recorrido que inició en la avenida López Mateos, para después dar vuelta en la avenida Chimalhuacán, se apreciaban una gran variedad de realidades alternas que convivían en paralelo, es decir, mientras ellas marchaban por su causa, la mirada curiosa de los vecinos y de los conductores las seguía, más allá se podía apreciar gente ajena al contingente, gente que atendía sus comercios sin poner atención a lo que pasaba en la marcha.

Toda vez que el recorrido de las colectivas llegó al Palacio Municipal, se atravesó la calle y se giró a la izquierda rumbo a la Fiscalía General de Justicia; a las afueras de la instancia de justicia se comenzó montar un tendedero para exhibir agresores, las mantas y cartelones en los que se pedía por la causa específica de cada una de las víctimas.

Afuera de la fiscalía se colgaron los tendederos, con la historia de cada una de las mujeres quienes ya no están debido a la violencia de género, pero que perviven en los corazones de las madres, amigas y hermanas que las llevaran por siempre en sus recuerdos.

Bordados con hilos de colores, bordados con el amor sus familiares y amigas a quienes solo les queda tratar de encontrar un poco de sentido a la sinrazón, a esos sueños que fueron arrebatados por el odio y la discriminación solo por el hecho de ser mujeres.

Lo que más cala, dicen, es que existe gente que ni siquiera se atreve a voltear a ver esta realidad, gente con cero grado de empatía hacia los problemas ajenos, gente que normaliza la violencia, gente que piensa ´a mí no me va a pasar´, gente que las culpa y revictimiza ´¿por qué escogieron a esos hombres?

En las servilletas de tela colgadas en los tendederos, se pueden leer historias que sintetizan, los delitos cometidos en contra de mujeres:

11 de enero de 2017, Jessica Villanueva y Rosario, “en Ecatepec el padre de mi hija nos golpeó y después nos disparó quitándonos la vida”.

29 de junio de 2010, Mariana Lima Buendía, “tenía 29 años de edad, vivía con mi pareja que me violentaba física y psicológicamente, había decidido dejarlo. Ese día me golpea en la pierna y en el rostro y me estranguló. Mi madre me encontró sin vida en Chimalhuacán”. 15 de mayo de 2019.

Diana, “tenía aproximadamente 30 años, me encontraba en un taxi en el estacionamiento de un Chedraui , a punto de sacar el carro, una camioneta se nos cerró, me baje del taxi y corrí, unos sujetos comenzaron a disparar. Así perdí la vida en el centro comercial Jardines de Morelos, en Ecatepec”.

La activista a cargo del altavoz situada frente a la fiscalía, comenzó a decir que quieren que reciban a los familiares de las víctimas de feminicidio y también a los de las mujeres jóvenes y niñas desaparecidas; se encienden los ánimos y grita: “estamos aquí, sin hacer nada, solo por cuidar a las infancias que nos acompañan porque con gusto quemaríamos el edificio, porque ustedes no nos cuidan, nos cuidamos entre nosotras”.

Más tarde y más tranquila, agradeció a las compañeras de lucha la paciencia y el corazón que pusieron en esa jornada que se realizó de manera pacífica y de manera paciente, ya que tuvieron que esperar al menos una hora, para que salieran algunos agentes del orden para avisarle a los familiares en busca de justicia que podían pasar a hablar con alguno de los funcionarios. Bien, habría pasado una hora de espera cuando salen varios agentes del orden para hablar con los familiares: “las van a recibir”, dijo.

Las familiares de víctimas entraron a la fiscalía en compañía de mujeres de las colectivas que les ofrecen su apoyo, para no tener que enfrentar las largas jornadas en espera de justicia.

Falta justicia

La inoperancia de las autoridades, el silencio cómplice de algunos familiares de los agresores, la falta de integración de expedientes bajo el debido proceso para que exista la posibilidad de que los agresores sean llevados ante la justicia, y así, purgar una condena por sus actos; así como la “genuina” insistencia de las autoridades en tipificar feminicidios con categorías de menos gravedad, para evitar que las cifras se disparen, generan que la obtención de justicia sea un largo y desgastante camino para los familiares de las víctimas.

Por eso el acompañamiento de las organizaciones de la sociedad civil resulta básico. Infortunadamente, las familiares tienen que esperar en ocasiones a que vayan cambiando los funcionarios para poder ir viendo avances en su carpeta de investigación o a veces ni eso.

Hay que recordar que se mata a las mujeres, por una razón de poder, se les mata porque es posible, se les mata porque al amparo de esta visión patriarcal que ejerce odio con ellas-nosotras.

Además, las altas tasas de impunidad de nuestro sistema de justicia propician el cobijo ideal para los agresores, quienes confirman que sus acciones resultan impunes, porque no serán llevados ante la ley para expiar sus acciones; resultando así en un círculo, nada virtuoso, en el que el agresor se confía y violenta todo lo que puede, ya que sabe que, al fin y al cabo, difícilmente tendrá que dar la cara ante la justicia.

Una de las jóvenes mujeres que claman por justicia afuera de la fiscalía, es Michel Rodríguez, quien explica su causa, “Yo vengo en lucha por el caso de Juanita, asesinada por el papá de sus hijos de 3, 6 y 7 años; vengo yo, porque sus papás de Juanita son grandes y no tienen los recursos. “La carpeta no ha avanzado, el ministerio público les dijo que se callaran que ya no dijeran nada, como siempre revictimizando a la víctima, pero, jamás apoyando. Hoy exijo justicia para mi amiga, que reabran la carpeta y que agarren al culpable”, el feminicidio se perpetró el 25 de marzo de 2023, comenta la joven.

Un caso más de desaparición de jóvenes mujeres, es el que, trágicamente, se ha vuelto emblemático, es el caso de Norma Dianey García, quien desapareció el 15 de enero de 2018, en los límites de Nezahualcóyotl y Chimalhuacán, estado de México, cuando regresaba de su trabajo; en la última llamada que realizó le pedía a su madre Lourdes encontrarse en un punto, después de ahí no se supo de ella. A seis años de su desaparición, Lourdes García Armendáriz, la mamá de Norma Dianey, quien aparece en pie de lucha acompañada por su hijo, comenta que a ella no le han resuelto nada, ni han hecho justicia; que los antiguos procuradores de justicia a cargo de su causa no hicieron nada, dice, “fue un cochinero”. Sin embargo, sostiene “pero ahora, ya con un nuevo funcionario parece que ya se está moviendo mi asunto, ya se ven avances”, comenta.

Eso tan solo es una muestra de los casos que se van acumulando en las instancias del orden para su resolución. Además, también habría que decirlo, de los cientos o miles de casos que no se denuncian ante la autoridad, es bien sabido, que existe una cifra negra que subyace en el fondo. En el estado de México, subsiste la inseguridad para las mujeres y las infancias, así como un alto índice de casos sin resolver en materia de violencia de género perpetrado hacia las mujeres.

De las mamás que asistieron a la marcha, una dijo “a mí me secuestraron a mi hija hace cinco años estando embarazada, y solo por el hecho, de estar embarazada, la soltaron sus captores”. Ahora, la también mamá, de otra joven de 23 años, dice, “yo les pido a mis hijas que cuando salgan de la casa se tomen una foto, así, si tengo que buscarlas por lo menos voy a saber cómo iban vestidas y las voy a poder localizar”.

Otra de las mamás que marcharon, comenta, “yo tengo una hija que está estudiando ingeniería aeroespacial y a diario, se desplaza del estado de México a la Facultad de Ingeniería de la UNAM en la ciudad de México, yo estoy al pendiente de cada uno de sus movimientos, porque deseo que sea libre pero también que pueda regresar con bien, cada uno de los días que sale a estudiar”.

Son testimonios cruentos, relatos valientes de mujeres que luchan por vencer a la adversidad, con una clara conciencia del sentido real de justicia. Pero que también, llega un momento en el que tienen que soltar un poco la carga tan pesada. Así que las colectivas decidieron que una vez que salieran los familiares de la fiscalía, pudieran si así lo deseaban, pasar al frente del palacio municipal.

Las sonideras

Tras la manifestación, colocaron un pequeño puesto, cubierto con mantas, donde las Adelitas fronterizas, como Guinda Woman, proveniente de Ciudad Juárez, comenzaron a mezclar música acompasada al baile de las más jóvenes, a través de los acordes de música electrónica, dance y disco comenzaron a disipar las tensiones del día.

Adelitas fronterizas, es una colectiva que nació en Ciudad Juaréz, para hacer visible el papel de las mujeres, en la escena musical, a través de música electrónica, dance y disco, poniendo a bailar a las más jóvenes para hacerlas olvidar, aunque sea por un rato, la violencia a la que están expuestas en el día a día.

Las asistentes al dance, son mujeres valientes y energéticas, que conviven con la inseguridad de un estado rebasado por la violencia de género y, que conviven también con la rabia de saber que los altos índices de impunidad les impiden tener justicia para sus amigas. Sin embargo, la vida sigue. Y, también ellas siguen, solo que ahora han aprendido que justicia, no se pide, se exige. Y que tienen que aprender a estar juntas, a “acuerparse” como dice Guinda Woman. Acuerparse, que es un sentido profundo de unidad, solidaridad y sororidad, con las causas de todas ellas.

LOA/OLO

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